La presencia de grandes bananeros dotan a esta zona del jardín de Sanlúcar de un aspecto tropical que fue frecuentemente buscado por su promotor, un amante de los paisajes exóticos como fue el duque de Montpensier. Para conseguir especies de estas latitudes fue necesaria, aparte de una compleja búsqueda para los encargos, la compra y los envíos de semillas y plantones, la construcción de instalaciones para su aclimatación, como estufas e invernaderos que todavía hoy se conservan.
Los hibiscos que vemos a la derecha si miramos hacia el sendero por el que hemos venido, nos recuerdan en concreto a la flora de las islas del Pacífico. De las cinco embarcaciones que partieron de Sanlúcar, solo fueron tres las que llegaron a ese océano: la San Antonio había desertado y dado media vuelta a la mitad del Estrecho para regresar a la Península Ibérica, llevándose gran cantidad de víveres que echarán en falta los expedicionarios que sí se adentraron en la difícil travesía del gigantesco Pacífico. No obstante, además de la merma de provisiones que supuso la huida de la Santiago, los expedicionarios no encontraron durante millas, en palabras de Pigafetta, ninguna tierra, a excepción de dos islas desiertas, en las cuales no hallamos más que pájaros y árboles, y por esta razón las designamos con el nombre de Islas Infortunadas, posiblemente alguna de las Islas de la Sociedad, al norte y nordeste de Tahití. Estas tierras no eran sino atolones o pequeños islotes rocosos, rodeados por lo demás muchas veces de tiburones según el cronista italiano, por lo que no pudieron allí fondear los expedicionarios para abastecerse o siquiera descansar.
Para colmo de males, el escorbuto no tardó entonces en aparecer y hacer mella en la tripulación, con terribles efectos que de nuevo nos narra Pigafetta: nuestra mayor desgracia era vernos atacados de una especie de enfermedad que hacía hincharse las encías hasta el extremo de sobrepasar los dientes en ambas mandíbulas, haciendo que los enfermos no pudiesen tomar ningún alimento. Es por eso que tras pasar todas estas penurias, la llegada el 6 de marzo de 1521 a unas islas donde fondean numerosos barcos de vela, con su abundante vegetación de palmeras y bananeros como auténticos paraísos salvadores. No obstante, los nativos les fueron hostiles a los navegantes europeos, robándoles incluso un esquife que hizo que un desesperado Magallanes interviniera de forma violenta contra las poblaciones locales. Por este episodio, el archipiélago en el que se encuentra Guam, hoy conocido como Islas Marianas -en honor de la reina Doña Mariana de Austria, viuda de Felipe IV- pasó a ser comúnmente denominado como Islas de los Ladrones.
Otras especies originarias de esta etapa del viaje presentes en este jardín: Acalypha wilkesiana; Asplenium nidus; Bougainvillea spectabilis; Casuarina equisetifolia; Cordyline fruticosa; Cycas circinalis; Cycas revoluta; Ficus benjamina; Ficus binnendijkii; Ficus macrophylla; Ficus retusa; Ipomoea spp.; Muehlenbeckia platyclados; Phyllostachys aurea